Con "Mi Guayare" de camino a Roraima






     ¡Roraima! Lindo nombre. En español significa "La madre de todas las aguas", nombre muy apropiado debido a que desde su cima caen numerosas cascadas de agua, las cuales son la fuente de algunos ríos que fluyen hacia el río Orinoco, el río Esequivo o el río Amazonas. Un lugar místico que posee muchas historias… todo el lugar es como un templo, muy silencioso. Muchas personas vuelven aquí pues dicen que sienten una "bella energía".




      Personas sostienen que existen “puertas de energía” en un sector de las paredes del Roraima, en una zona donde se pueden ver algunos símbolos que recuerdan el muro de Pusharo de Paititi. Y como no podía ser de otra forma, también se hallan “accesos” al mundo subterráneo a través de las cascadas. Uno de los principales, se encontraría en el Kukenán, tras la principal caída de agua. Pero como es de esperarse, a nadie se le ocurre siquiera intentarlo…  No es la primera vez que subo este Tepuy, ya es mi tercera vez que me deleito con magníficos paisajes. Me tracé que una vez al año iría a visitarlo o quizás dos. Por mí, tendría una casita allá arriba como la película de UP y sé que muchos pensaran lo mismo después que lo visiten o ya seguro lo están pensando. Quise contar este viaje en particular porque había tenido siempre la inquietud de visitar este tepuy con un tipo de mochila diferente. Cuando observaba a los pemones subir con una cesta que usan y frabrican ellos mismo (indígenas de la zona) para llevar todo el equipo que usan para atender a lo turistas, me hacia la pregunta si era cómodo, si se molestarían si yo usase una igual como la de ellos. Esa cesta la llaman guayare y es parte de su cultura y algo que me encanta. 

Este viaje empieza así: 

     Un amigo de Maracaibo tenía mas de un año queriendo ir, animó al grupo completo y me dijo que me uniera; el problema era que me iba de viaje por varios meses. Cuando regrese a Venezuela y hable con ellos supe que no habían ido aún y les dije que fuéramos porque este viaje lo tenía en mi lista de lugares que no puedo dejar de visitar. Decidí ir para documentar algunas cosas y vivir una experiencia nueva y mas aún si iría con buenos amigos. Comenzamos a buscar presupuestos y revisar agencias y sin duda encontramos la mejor. Teníamos ya el grupo casi armado sólo invité a un par de amigos mas de diferentes partes de Venezuela y así teníamos el grupo completo. 

     El punto de encuentro fue en Pto Ordaz. Yo salí de Barquisimeto con Gaby y Ruben un día antes y nos quedamos una noche en Pto Ordaz en una linda posada llamada el Rancho. A la mañana siguiente llegamos al aeropuerto y nos estaba esperando Ricardo uno de los que seria los guías en el trekking. Allí esperamos un rato mientras iban llegando uno a uno para así formar el grupo. Tenía casi dos años que no veía a mis amigos. Fue una emoción verlos y saludarlos con gigantes abrazos. Saludar a sus parejas como si ya los conociera de toda la vida también. Salimos todos a la van y montamos todo para arrancar directo a Santa Elena de Uairen. El viaje fue largo, total fueron 9 horas de carretera y nos agarro la noche. Me encanto estar de copiloto porque en todo el viaje converse con el chofer y me contaba todas las historias de la carretera. Cuando llegamos nos quedamos en la posada que nos tenía reservada la agencia y desempacamos para salir a tomarnos unas birras y comer pizza (aunque dicen que eso no es recomendado hacerlo antes de un trekking). Nos acostamos temprano porque sabíamos que al día siguiente sería un buen día . En la mañana desperté súper temprano entusiasmada porque había quedado en que me traerían el guayare que había encargado, ujum sí, un guayare, de esos que usan los indígenas locales de la zona. Pero resulta que el pemón no me lo pudo tener listo y me dijo que posiblemente en Paraitepuy podía alquilar uno. Tuvimos una charla por parte de la agencia para empacar las mochilas y llevar sólo lo necesario. La manera como se debe empacar y los equipos que nos facilitaron. Me encanta trabajar con esta agencia porque hacen excelente trabajo. Mis amigos era su primera vez y necesitaban que alguien les diera esas instrucciones para reforzar lo que les había contado yo según la poca experiencia que tengo. Después de tener todo listo nos montamos en los jeeps para así comenzar la aventura. Ya el paisaje se iba tornando de película, la Gran Sabana es como estar en Jurassic Park. Una carretera rústica era el camino y nuestros bailes eran sólo saltos dentro de la camioneta. Llegamos a Paraitepuy, nos bajamos, pasamos por inparques y firmamos la lista de personas que suben día a día el roraima. Un llamado de Ricardo fue lo que escuchamos diciendo que el almuerzo estaba listo y que debíamos comer antes de iniciar la caminata. Mientras el grupo almorzaba, yo estaba con unos de los pemones buscando mi guayare para rentarlo porque insistía subir con él. Llegamos a una chocita super humilde y nos recibió una pemona con un bebé en sus brazos, no tenía guayare para  rentar pero tenía el suyo y me lo ofreció. Por fin había encontrado y se ajustaba a mi medida, era perfecto, pequeño y tierno. Desbordaba de emoción al saber que lograría subir con uno. Cuando me lo coloqué con todo el peso que llevaría lo sentí super cómodo, mucho mas cómodo que la mochila que llevaba. Cuando llego hacia donde esta el grupo, varios se sorprendieron al verme con el guayare. Los guías me dijeron que estaba loca y que bajaría llorando por lo molesto que sería subir con el. Una de las cocineras pemonas llamada Kelly de tan solo 17 años dibujo una sonrisa en sus rostro  y al mismo tiempo una expresión de asombro cuando vio que subiría con un guayare. Mientras tanto los guías locales y un alemán que estaba en el grupo insistían que estaba loca, que si estaba segura de subir con el, que eso es horrible cargarlo y que pudiese ser una falta de respeto para los indígenas. Yo tenía mucha intriga pero al hacerlo sabría como viven de verdad ellos y entendería más de su cultura y qué piensan los indígenas de nosotros los citadinos. 








     Comenzamos la caminata, iniciamos la subida tarde pero fue por estrategia. La meta de ese día era llegar al campamento de rio Tek. 12 km en total y llegaríamos anocheciendo. La idea era llegar a las  7 pm porque ya a esa hora los puri puri no estarían al asecho. Igual nos armamos de repelente para evitar. Para estos viajes ya estoy preparada. Caminatas al aire libre por aquellos lares uso mono largo, franela manga larga, gorra, lentes, una bandana para taparme el rostro y mucho repelente porque soy alérgica. Uso vaselina para mis pies y evitar ampollas y agua para mantenerme hidratada. Después publicare tips viajeros y trucos que suelo usar para evitar males en mi cuerpo en este tipo de viaje de aventura. 

     Íbamos llegando uno a uno al campamento y ya las carpas las tenían armadas. De sólo llegar y dejar las cosas. Escuchar la voz de Ricardo era escuchar  música para nosotros porque él avisaba que la comida estaba lista. La cena estuvo increíble porque veníamos muertos del hambre. Quedamos todos llenos y para reposar la comida sacamos los aislantes de la carpa y las colocamos fuera de las carpas todo juntos y nos acostamos allí para observar las estrellas. Después de un rato nos fuimos a dormir porque el viaje apenas estaba iniciando. 

     A la mañana siguiente un baño en el río Tek fue lo que me despertó, estaba esperando el amanecer pero estaba nublado.  De regreso ya el desayuno estaba listo. Comimos y luego a armar las mochilas, bueno, guayare para mi, para luego arrancar. Me sentía bien agarrando los mecaticos y entrelazarlos en la cesta. Cuando iba saliendo veía a Kelly y su hermana que me observaban. Ellas eran tímidas, Kelly sólo me decía "buen provecho Maru", con una sonrisa.  Quería sentarme a hablar con ella pero parecían como luciérnagas que de pronto las veía y luego no. 

     No tardé en salir y hablé con los guías de que me iría antes que el grupo para tomar fotografías. Salí unos 30 min antes y me llevé solo a una de las muchachas para motivarla a subir porque ella jamás se había imaginado que el viaje sería así. Ella me contó que sólo obrservaba mis fotos y pensaba que era algo fácil y que también lo podía hacer. ¡Y excelente que lo haya pensado!. El poder de la mente es lo que mueve todo. No importa tus condiciones físicas. 



      Luego de pasar rió Tek a lo que paso la loma observo a lo lejos la casita en Togonos. Me encanta quedarme allí y no en río Tek, porque la vista es alucinante desde allí. Pero ya será en otra oportunidad  que me vuelvo a quedar allí. Cuando llegamos al río Kukenan, el río esta crecido por la lluvia. Con nosotros iba un alemán que era muy hiperactivo. Había que saberlo llevar. Se cayó un par de veces en el río y buen susto nos hizo pasar. Seguíamos la caminata y ya cada uno iba a su ritmo, solos. Estos viajes es para encontrarse a sí mismo. No es la idea estar a lado de una persona en todo el viaje hablando. A mí en particular me gusta la soledad, caminar sola meditando es algo que me da calma y felicidad. Llegamos al campamento militar, nos dieron frutas y algunos se sentaron para descansar, luego continuamos la caminata rumbo al siguiente campamento y esperando llegar directo al rio para darme ese chapuzon y que esas aguas frias me atrevesaran como flechas en el cuerpo para asi relajar mis músculos por la caminata. Esta vez fueron 10 km pero ya el relieve era diferente. 







     Cuando ya estábamos en el campamento, bañada y con el estomago lleno, observaba dentro de la carpa como el kukenan se despejaba,  las ganas inmensas de subirlo no me dejan dejar de pensar en el.  Algunos piensan que en ese tepuy se dieron acontecimientos trágicos, como la muerte de indios guerreros en tiempos pasados que preferían arrojarse desde lo alto del Kukenán a seguir viviendo luego de haber perdido una batalla. Supuestamente, se suicidaban por honor. Sin embargo otras leyendas dicen que ese tepuy “mató” en el pasado a los indios. Algunos de estos relatos dicen que una bestia o monstruo de aspecto reptil devoraba a los hombres, mujeres y niños, hasta que recibieron ayuda del cielo y del Roraima para “atraparlo” en una piedra, y encerrarlo en el Kukenán. Desde entonces, nadie va a inquietar al tepuy, salvo algún alma valiente, aventurera, e irresponsable, pues los caminos son mucho más difíciles que en Roraima. Kukenán es llamado por los pemones “Matawi-Tepuy”, término indígena que tiene varios significados: “Si subes te mueres”, “me quito la vida”, o “agua sucia”. 










     Al dia siguiente seguimos la caminata. lo que venía era fuerte.  Todos mis amigos estaban concentrados en su gran viaje, en sus retos, en su cansancio, porque es una experiencia única para cada persona y cada quien la cuenta según su vivencia. Mientras subía iba dejando el grupo atras, iba a esperarlos en el Paso de las Lagrimas para acompañarlos en esa parte. Cuando caminaba obseraba como la gente bajaba, algunos pemones se me quedaban mirando y me preguntaban si me sentía comoda con el guayare. Yo les respondia que sí con una gran sonrisa y ellos me devolvían el mismo gesto. Nunca se me olvidará que un pemón se me quedó mirando por largo rato, se detuvo y me dijo: "te queda lindo el guayare, ojalá mas personas lo usaran para subirlo." Me quedé pensativa por un buen rato y me decía a mí misma que a los pemones sí le agrada que uno use el guayare. 

     Cuando llegué al Paso de las Lágrimas, me detuve y me senté a esperar el resto del grupo. no fue muy buena idea hacerlo porque estaba lloviendo y el viento estaba soplando muy fuerte. Me refugié debajo de un árbol hasta que vi llegar a Juanita y el alemán. Ya tenía más de una hora allí esperando así que decidí subir con ellos dos para guiarlos. Fue un gran reto para cruzar el paso, la cascada estaba fuerte y el cielo no despejaba. Cuando lo cruzamos, Juanita me repetía que esto lo haría una sola vez en la vida pero cuando ya íbamos llegando a la cima, el tepuy nos regaló una hermosa vista. Sólo volteamos y vimos como se despejaba poco a poco la cara, y como se iba haciendo un arco iris en la cascada que caía en forma de lágrimas fuertes. Fue un momento único e irrepetible y lo compartí con esta linda persona. Cuando ibamos llegando al tope sólo le decía a ella: ¡ya vamos a llegar a la luna Juanita, arriba es otro planeta y corramos a la ventana que el tepuy esta despejado! Y así fue, cuando llegamos al tope Juanita observsaba la geografia y se imaginaba que estaba en la luna o en algún otro planeta y con ese frío y esa brisa insoportable corrimos para ver una tremenda vista cerca de la ventana.












     Esperamos el grupo y seguimos el rumbo hasta nuestro hotel Sucre. La caminata fue larga hasta ese lugar pero el clima estaba agradable. Cuando llegamos ya estaba el campamento armado.  Estuvimos allá y conversamos de cómo fue la experiencia en el Paso de las Lágrimas y el reto que había sido para todos cruzar esa parte. Se hicieron las 6 y el atardecer estuvo espectacular, un cielo super despejado y yo con ganas de salir corriendo al abismo para apreciarlo pero no podía porque estaba super lejos. Me quedé arriba de una roca contemplando tan mágico atardecer y tomando fotografías.






    La mañana siguiente me levanté muy temprano para salir a correr y llegarme hasta el Maveric, el punto más alto del Roraima. Sonia, una chica del grupo, me quiso acompañar y nos fuimos caminando antes del desayuno. Fue mal plan para ella irse conmigo porque yo soy mala guía. Llegamos al Maveric pero nunca despejo, se nubló todo hasta un punto en el que se perdía el camino, por suerte nos topamos con Gilberto un pemón guía que conocí en mi primer viaje y quedamos como buenos amigos. Él nos acompañó hasta un punto en el que podíamos observar el campamento y de allí seguimos solas. cuando llegamos ya el desayuno estaba listo. 




     Yo amaneci con un poco de malestar, y nos tocaba salir a recorrer el tepuy, íbamos al valle de los cristales, a los jacuzzis y al abismo. Mientras caminabamos a esos destinos comenzó a llover, llovía y escamapaba a cada rato. Llegamos hasta un punto donde me aparte y dejé que el grupo siguiera. Manuel el guía me acompañó, pasamos por los jacuzzis antes de partir al campamento y allí nos estuvimos contemplando los jacuzzis sin gente, en su plena expresión. El clima ya me estaba afectando y el malestar ya no lo aguantaba. Siendo sincera ese malestar era más de sentimientos encontrados. Necesitaba resgresar para tomarme algo porque ya tenía fiebre y los estornudos me congestionaban la nariz. El mejor antídoto fue llorar y descargarlo todo, antes de subirlo me habían pasado ciertas cosas que se convierten en experiencia de vida y las tenía acumuladas. El Roraima purifica, por eso es la madre de todas las aguas y ese tepuy bien que lo sabia. 









     Me quedé dentro de la carpa por horas y salí luego a compartir con los cocineros mientras llegaba el resto del grupo. El resto del día fue compartir con mis amigos y hablar de todo un poco.

     Al dia siguiente ya era el regreso. Nos levantamos temprano para que desarmaran campamento y comenzamos a empacar. Cuando estabamos terminando, Ricardo vuelve a hacer el llamado de costumbre para el desayuno. El desayuno fue un regalo de despedida del tope del Roraima, eran panquecas con mermelada, chocolate, arequipe y queso. Una combinación perfecta. Era la gloria por aquellos lugares. Comimos lo suficiente como para irnos más que felices de allí. 

     Arrancamos y el clima no estaba muy bueno: todo tapado por nubes y llovía un poco. Una neblina que hacia que perdieras de vista a tu compañero del frente en cuestiones de segundos, a sólo un par de metros y luego no lo veías mas. Yo me quedé atras porque aún no me sentía bien y prefería ir lento. Juanita me acompañó y nos perdimos por buscar agua. Unos cuantos gritos dimos para que nos escucharan y el britanico Jordan fue el que nos escuchó y nos rescató. 

     Ya el descenso fue más tranquilo porque el grupo sabia como era el paso de las lagrimas y lo bajamos todos juntos. Luego de allí decidi emprender mi caminata sola, que es como a mí me gusta. Iba a mi ritmo, un poco rápido. Suelen decirme pemona y con mi guayare más aun. Mientras bajaba todos los pemones me preguntaban como lo sentía y como me sentía con él. Solía decirles que de maravilla, que es lo mejor que han inventado para ese tipo de viajes. Hicimos parada para almorzar en uno de los camapamentos. Comimos y disfrutamos de la tarde. El viaje aún continuaba, un viaje de meditacion mientras escuchaba el silencio de los paisajes. Algo tan imponente, y cada centímetro que caminaba me iba alejando de él. Iba dejando mis cargas, cargas que ese imponente tepuy habia absorbido y me había cargado de nuevas energias. 

















   Cuando iba llegando al campamento militar observaba a lo lejos como el británico Jordan se iba acercando a mi. A paso veloz iba bajando el tepuy y nos logramos encontrar en el río Kukenan, lo cruzamos juntos y comenzamos a caminar hasta rio Tek descalzos. Él no hablaba casi español y pudo hablar conmigo de ciertas cosas que a mí me intrigaban y era cómo le parecía Venezuela y qué lo había motivado venir a conocerla de mochilero y recorrerla lo más que pudiese. Me encanto su espíritu y lo que me decía sobre mi país, Sólo salían sonrisas de su rostro cuando decía que cada lugar aqui era mágico, que quería volver siempre y hasta mudarse para acá. El estaba sólo de visita y alargó su estadía aquí. Hablamos de otros temas sobre Venezuela, él no lo veía mal y se atrevió a conocer este país sin importar si le dijesen cosas malas.

    Cuando llegamos al campamento del rio Tek, descansamos y hablamos con unos chilenos que estaban allí mientras llegaba el resto del grupo.

     Era la ultima noche en la que iba a compartir la cena con los guías pemones. Así que decidi meterme en la cocina y hablar con Kelly y su hermana. Hablamos un poco de cómo era sus vidas entorno a subir el roraima. Kelly, de 17 años, me contó que lo sube desde los 15 y que ya no recuerda cuantas veces lo ha subido, pero que le encanta. Son personas apasionadas por lo que hacen y que con sólo verlos lo transmiten. Ella es única, al igual que su hermana.

      Al día siguiente nos levantaron temprano para que arrancáramos. Armé mi guayare y Kelly me ayudó a hacerme una crineja en el cabello mientras me contaba la historia del Kukenan desde su perspectiva. El Kukenan es algo mágico y prohibido, estoy en ansias para subirlo. Es otro tipo de tepuy y se necesita tener energías especiales para que ese tepuy te trate bien. 











     Durante el descenso de ese ultimo día, decidí compartir la caminata con cada uno de mis amigos. Todos me contaban sus experiencias y cómo les había encantado ese lugar mágico. El clima nos ayudo porque estuvo nublado y logramos ver parte del amanecer, al llegar todos estábamos exhaustos pero satisfechos y felices. 




     El Roraima es un lugar increíble no hay que esperar que alguien te lo cuente, hay que vivirlo. Para cada persona ese tepuy tiene su significado. Cada vez que lo visito es diferente; diferente y siempre increíble. Siempre lo estaré subiendo y con mi guayare. 

      Detendré mi historia aquí... Lo que sigue saben que es increíble y es otro destino que tienen que visitar: la Gran Sabana. 

     Nunca paren de soñar y de vivir nuevas experiencias. Cada viaje es una vida con inicio, desarrollo y fin. Así que salgan a vivir al máximo y viajen, porque la vida es un gran viaje y vale la pena vivirlo.



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